En general, el envejecimiento progresivo de la población occidental, los accidentes laborales, el nivel de estrés de nuestra sociedad y los accidentes de tráfico, están provocando un aumento de lesiones cerebrales, susceptibles de tratamiento neuropsicológico. De todas estas causas, las de mayor incidencia son los accidentes de tráfico.
Se entiende como daño cerebral, “un daño al tejido vivo del cerebro”, es decir, una afectación directa sobre el cerebro, bien por causas externas o internas, que produce un compromiso de las habilidades funcionales físicas, psicosociales o cognitivas del sujeto.
Existen dos tipos de daño cerebral:
-Adquirido: “daño al tejido vivo del cerebro que inicialmente es causado por fuerzas mecánicas externas”
-No adquirido:
-tumores cerebrales
-malformaciones cerebrales
-enfermedades degenerativas (Demencias, Parkinson, Esclerosis Múltiple...)
-patologías neurológicas (epilepsia...)
El Daño Cerebral Adquirido (DCA) hace referencia a personas afectadas por lesiones cerebrales que irrumpen de manera brusca e inesperada en su trayectoria vital, provocando, en la mayoría de los casos, secuelas muy variadas y complejas que afectan profundamente a la autonomía del la afectado y que durarán el resto de su vida.
Las principales etiologías del Daño Cerebral Adquirido son los accidentes cerebrovasculares (ACV) y los traumatismos craneoencefálicos (TCE)
Los ACV son también conocidos como ictus . Se tratan de cuadros clínicos generados por la interrupción, más o menos repentina, del flujo sanguíneo en una región del cerebro. Ello da lugar a una isquemia y una pérdida de la función de la que es responsable esa área del cerebro.
Los TCE están caracterizados por la absorción brusca de gran cantidad de energía cinética. La lesiones más habituales son las contusiones por golpe y contragolpe, las contusiones por el roce con las estructuras óseas de la base del cráneo y la lesión axonal difusa. Este conjunto de lesiones suele verse acompañado en las fases iniciales por la formación de importante edema cerebral y la consecuente pérdida de conciencia o “coma”. La profundidad de la pérdida de conciencia y la duración de la misma son dos de los marcadores principales para establecer la severidad del daño cerebral.
Otras causas son las anoxias cerebrales, los tumores y las infecciones cerebrales.
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